sábado, 20 de marzo de 2010

28. ¿El comienzo de la Edad Media? (Tercera y última parte)


Cerramos con este artículo (al menos momentáneamente) el tema tratado en los artículos 10 (del 23 de septiembre) y 17 (del 22 de diciembre) y por fin nos acercamos a nuestra explicación. Hemos observado que analizar la llamada caída del imperio desde una sola variable es imposible. Si bien la decadencia interna, su economía en retroceso, su sociedad cosmopolita y poco comprometida, son importantes, hay que sobrevolar hacia otros aspectos. ¿Cómo resolver este dilema?


Ensayando mi perspectiva de análisis, el principio del fin puede ser marcado entre dos fechas emblemáticas y cercanas entre sí, ambas son importantes pero por motivos opuestos. La primera es el 357 de nuestra era, año de la victoria (la última en repercusión) del emperador Juliano en Argentorum sobre los alamanes, y que marca el fin de las campañas exitosas de los romanos. Años después las cosas serán muy diferentes, más de cincuenta tratados se van a concertar con las tribus fronterizas dentro de la guerra defensiva de la cual ya he hablado.

La otra fecha clave es el 378, año en que los visigodos aniquilan en Adrianópolis al ejército romano dirigido por el emperador Valente. En dicha batalla mueren el emperador y varios generales irremplazables, y queda abierto el camino al corazón del imperio de oriente y a su capital Constantinopla. El avance de los visigodos puede cortar la historia con el golpe de una espada…
La pregunta neurálgica sería ¿por qué no avanzaron entonces sobre Constantinopla? Pues bien, a los factores político, diplomático y militar hay que sumarles una buena pizca de “dinero” constante y sonante, que son en definitiva la mezcla infalible a la hora de salvar las papas.
Paradójicamente fue el Imperio de Occidente (supuestamente el más débil) el que se encargó de ayudar a sus compatriotas orientales, ya que el emperador occidental, Graciano, enviará al general Flavio Teodosio (luego Teodosio I el Grande) a detener la oleada invasora, cosa que cumplió a la perfección. Sin embargo la derrota de Adrianópolis, dejó un sabor de vulnerabilidad que se revivirá peor con el saqueo de Roma en el 410, y esto no es casualidad, son nuevamente los visigodos, al mando de Alarico I (quien luego de saquear los Balcanes será reconocido como “Magister Militum” de Iliria) dada su cercanía con Occidente, rozarán constantemente con sus vecinos y llevarán la antorcha por las calles de la gran “ciudad eterna”.
La clave está entonces en Adrianópolis y sus consecuencias. Luego de tal batalla ya nada será lo mismo, ni para los romanos ni para los bárbaros. Los visigodos fueron concientes de la fuerza que poseían y de que podían avanzar cuando quisiesen. Comenzaron a extorsionar de forma constante a los romanos, y si bien Teodosio los obligó a firmar un pacto como “foederati” en el 382, en poco tiempo, su rey Alarico saqueará las tierras balcánicas llegando a entrar en la mismísima Atenas. Fue también en parte, la política de Teodosio cediendo a los visigodos a las tierras fronterizas con occidente en Iliria y al enfrentamiento con occidente las que llevaron al saqueo de Roma. He aquí la mezcla de política y estrategia militar.
Por otro lado, luego de la batalla y con la masacre de los romanos, resultó imposible recuperar el número de soldados y oficiales perdidos, y esto llevó a la necesidad de reestructurar el ejército, el clásico sistema de legiones fue abandonado definitivamente.
Los cambios de hacer la guerra son concluyentes para dar paso al período medieval; el ejército romano adquirió el sistema limitanei dividiéndose en guardias fronterizos que estaban constituidos por bárbaros federados. Estas unidades pequeñas eran dirigidas por un “dux” o duque que a la larga actuarán también como gobernadores de alguna zona fronteriza desde una fortaleza. Este modo de guerra será llevado por Teodosio a Occidente cuando unifique el imperio, contando con un ejército móvil conocido como comitatenses, ya mencionado.
La realidad va a demostrar que estos sistemas devendrán hacia el fin del imperio y al embrión del futuro sistema feudal. Los poderes regionales y los señoríos derivados de las villae romanas confluyen para darle vida al nuevo orden que se está gestando.
Pero Adrianópolis también demostró, que la caballería era de suma eficacia en batalla, el aumento del número de efectivos montados en detrimento de la infantería, será una característica de los ejércitos del período. Estas unidades de caballería, integradas por combatientes armados con espada larga y lanza, serán los precursores de los caballeros medievales.
Por último, ante el caos que produjo el paso de los godos luego de Adrianópolis la frontera danubiana quedó expuesta a los “hunos”, que bajo Atila llevarán a la máxima expresión las políticas de saqueo y extorsión acelerando el fin del sistema estatal de Occidente.
Conclusiones finales:
Se puede observar entonces que la caída del Imperio Romano de Occidente desde la “Interpretación bélica” fue producto de una debilidad militar "por adentro y por afuera” de su estructura, que bien pudo ser compartida por Oriente, (queda demostrado que en este último caso, sólo el poder del dinero y su efectiva diplomacia, y no su presunta fortaleza, son los factores que lo salvaron de correr la misma suerte).
Por otro lado, los llamados bárbaros a esas alturas conocían muy bien las formas de combate romano, sus tácticas y armas. Ocupaban los principales puestos del ejército e incluso eran mayoría en el mismo. De este modo se desmitifica la idea de masas embrutecidas que sólo deseaban saquear todo a su paso (esto no significa que fuera un avance pacífico). Lo cierto es que impulsados por la búsqueda de nuevas tierras y el deseo de vivir en las confortables condiciones romanas no tenían mayor alternativa, o avanzar o perecer de hambre o a manos de otros pueblos nómades. Sus tácticas eran de una organización sencilla pero muy efectiva y contundente en donde la caballería acorazada en algunos casos o los arqueros montados en otros barrieron fácilmente a sus enemigos. Su intención en última instancia no era destruir, tanto visigodos, ostrogodos, burgundios o francos se instalaron en las tierras romanas y terminaron asimilándose en buena medida a las costumbres de sus vencidos (aunque pervivieron muchas costumbres germánicas). No es casual que se constituyeran luego como “Reinos Romanos- Germánicos” adquiriendo la religión cristiana y buscando el reconocimiento del emperador de Oriente. De estas bases nacerá luego el Imperio Carolingio, que intentará revivir en gran medida al viejo Imperio Romano de Occidente.
Pero esa es otra historia…



Imagen 1: Batalla de Adrianópolis (378 d. C.)

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