La cocina de un castillo: La cocina llevaba consigo un cierto riesgo de incendio. Por eso en muchos castillos estaba separada de la "Torre del homenaje" (residencia del señor), aunque a menudo ambos edificios quedaban unidos por un pasillo. Las cocinas se hacían muy grandes para aligerar el calor que desprendían el hogar y el horno, y porque muchas no tenían chimeneas para eliminar el humo, que salía a través de un pequeño agujero practicado en el techo.
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